El Mundial 2026 pone a prueba la seguridad empresarial en México
Por Ernesto Chera
La cuenta regresiva para el Mundial 2026 ha comenzado. México será anfitrión de uno de los eventos deportivos más importantes del planeta, y con ello, más de cinco millones de visitantes internacionales pondrán a prueba no solo la infraestructura y hospitalidad del país, sino también su capacidad para ofrecer entornos seguros y confiables.

Las zonas metropolitanas de Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, donde se celebrarán los partidos, enfrentan un desafío persistente: la percepción de inseguridad. En alcaldías como Cuauhtémoc, Tlaquepaque o Guadalupe, más del 60% de la población se siente vulnerable. Aunque hay avances en lugares como Coyoacán y Zapopan, el reto es estructural y exige respuestas coordinadas entre el sector público y privado.
En este contexto, la seguridad privada se posiciona como un actor clave. Con más de un millón de empleos directos y una aportación del 1.8% al PIB nacional, el sector no solo protege personas e inmuebles, también influye en la reputación internacional del país. Pero hay una sombra que amenaza su efectividad: la informalidad.
Por cada empresa formal de seguridad privada en México, existen hasta cuatro que operan con irregularidades. Esto significa que cerca del 80% del sector trabaja fuera de la ley, exponiendo a sus clientes a sanciones de hasta cinco millones de pesos por incumplir la Ley REPSE, y dejando a miles de trabajadores sin seguridad social, contrato formal ni capacitación.

“Al contratar empresas irregulares, los clientes adquieren una problemática operativa, administrativa, jurídica y financiera. Por ello impulsamos la importancia de concientizar al mercado y a la sociedad sobre la necesidad de contar con proveedores 100% regulados”, advierte Ynbal Adda, Gerente General de ELIM Seguridad Privada Intramuros.
La legalidad no es un trámite: es una garantía de estabilidad operativa, jurídica y humana. Contratar compañías sin registro, licencias vigentes o cumplimiento fiscal no solo representa un riesgo financiero, también perpetúa la precarización laboral y debilita la confianza institucional.
La seguridad que se ve —uniformes, patrullas, accesos controlados— debe estar respaldada por la seguridad que no se ve: cumplimiento normativo, contratos formales, capacitación continua. “El Mundial no solo es un evento deportivo de escala mundial. También es una oportunidad única para profesionalizar y elevar los estándares del sector de la Seguridad Privada en México”, subraya Adda.
La oportunidad está sobre la mesa: profesionalizar el sector, elevar estándares y construir una cultura de legalidad que trascienda el evento. Porque en el Mundial, lo que está en juego no es solo la protección física de estadios y visitantes, sino la credibilidad de un país que busca ser anfitrión confiable en tiempos de incertidumbre.