Juventudes que transforman: el rol de las nuevas generaciones en la Agenda 2030

*PR mentor, content hacker e storyteller I Opinión Impulso Empresas2030
Mientras el reloj avanza hacia el 2030, año clave para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) promovidos por la ONU, una fuerza imparable se está posicionando como protagonista del cambio desde una perspectiva ASG (ambiental, social y de gobernanza): las juventudes.
Lejos de ser simples espectadores del presente o herederos pasivos del futuro, millones de jóvenes en todo el mundo están liderando una revolución silenciosa y profunda, que desafía estructuras, reinventa modelos y propone nuevas formas de pensar el desarrollo.
Desde el activismo ambiental y la innovación social, hasta emprendimientos regenerativos e iniciativas de educación comunitaria, las nuevas generaciones están demostrando que el compromiso con la sostenibilidad no es una moda, sino una forma de vida.
Desmond Tutu, clérigo y pacifista sudafricano, mencionó que, “los jóvenes no temen al cambio, lo buscan”, ya que no esperan permisos, no se conforman con el diagnóstico y no temen incomodar. Lo suyo es la acción.
Liderazgos que nacen en las calles, aulas, redes sociales y comunidades virtuales
Actualmente, el liderazgo juvenil tiene nombre y apellido, lo que demuestra que la edad no es una limitante para impulsar el cambio:
• Licypriya Kangujam, una niña activista india que a los nueve años habló ante la ONU sobre la crisis climática. Ha viajado a 32 países y ha dado múltiples TED Talks sobre el cambio climático y la importancia de implementar leyes que lo regulen.
• Petra Laiti, activista indígena finlandesa, trabaja para crear conciencia sobre los derechos de los pueblos indígenas y su importancia al proteger el 80% de la biodiversidad que queda en la Tierra.
• Henintsoa Onivola Minoarivelo, ecologista de Madagascar que busca, a través de modelos matemáticos y simulaciones informáticas, comprender la manera en que el cambio climático no solo repercute en las cadenas de suministro mundiales, sino también en las actividades humanas cotidianas y las interacciones entre plantas y animales.
No obstante, no se trata solo de grandes nombres. En barrios, escuelas y pueblos, jóvenes están transformando realidades con herramientas limitadas, pero con una visión sin fronteras. Estudiantes que convierten residuos en productos útiles, colectivos que crean huertos urbanos en zonas vulnerables, equipos que diseñan soluciones tecnológicas para problemas sociales locales, entre otros proyectos, no solo contribuyen a los ODS, también generan nuevas narrativas sobre lo que es posible.
Innovación con propósito
La fuerza transformadora de esta generación está en su capacidad para vincular causas sociales con propuestas innovadoras. Muchos centennials (y próximamente alfas) no quieren elegir entre emprender y ayudar: quieren hacerlo todo al mismo tiempo.
De ahí el auge del emprendimiento social juvenil, donde lo económico, lo ambiental y lo humano conviven de forma natural. Plataformas digitales para la educación inclusiva, comunidades virtuales para buscar soluciones para reducir las huellas hídricas y de carbono, apps que conectan a agricultores locales con consumidores urbanos, marcas de moda ética o reciclaje creativo: son iniciativas donde el propósito es el punto de partida, no una estrategia de marketing.
Además, los espacios educativos están comenzando a reflejar esta transformación. Preparatorias y universidades están impulsando laboratorios de innovación sostenible, hackatones de impacto social y temarios centrados en ciudadanía global y criterios ASG. La juventud ya no quiere memorizar problemas: quiere aprender a solucionarlos.
Nuevas narrativas para un futuro posible
Para la juventud, la Agenda 2030 no es solo un listado técnico de metas, sino una invitación a imaginar otro mundo. Y es precisamente ahí donde los jóvenes marcan la diferencia. Porque más allá de las métricas, aportan una visión ética, emocional y profundamente humana del desarrollo.
Frente al pesimismo que muchas veces paraliza a la sociedad, la energía de una nueva generación renueva el optimismo crítico: ese que no niega los desafíos, pero cree en la posibilidad de cambiarlos.
No obstante, esta potencia juvenil necesita condiciones para florecer: acceso a educación de calidad, participación en decisiones públicas, financiamiento para proyectos con impacto y espacios seguros para expresarse, así como mentorías de profesionales que sean congruentes entre su pensamiento y sus acciones. Escuchar a las juventudes ya no es un gesto simbólico: es una decisión estratégica si queremos construir sociedades resilientes, justas y sostenibles.
El mensaje es claro: los jóvenes no son solo “el futuro”, son el presente activo de la transformación. Ya están construyendo el mundo que quieren habitar. Y lo están haciendo, muchas veces, con más valentía, coherencia y creatividad que quienes ocupan sitios de liderazgo y cargos de poder.
La Agenda 2030 necesita su voz, su acción y su visión. El verdadero reto es que los adultos, las instituciones y los tomadores de decisión estén a la altura de ese impulso. Porque si algo ha quedado claro, es que cuando las juventudes se movilizan, el mundo se mueve.
*El autor es PR mentor, content hacker e storyteller con más de 19 años de experiencia en estrategias de comunicación, relaciones públicas, contenidos, IA generativa, marketing digital y asuntos públicos.