La revolución del campo: Cómo la tecnología está sembrando el futuro de la alimentación global
Hasta hace poco, hablar de agricultura era hablar de tierra, sol y trabajo manual. Hoy, el campo está cambiando de piel. Detrás de cada cultivo hay algoritmos, sensores y drones que vigilan desde el cielo. La agricultura digital está dejando de ser una tendencia para convertirse en una necesidad urgente, y los datos lo confirman: según la Oficina Europea de Patentes (OEP), las solicitudes de patentes en este sector crecen a una tasa del 9.4% anual, tres veces más rápido que el promedio de otras tecnologías.

“La agricultura digital avanza a un ritmo sin precedentes, transformando la forma en que producimos alimentos frente a los retos globales más urgentes”, señaló António Campinos, Presidente de la OEP. “Al alinear la investigación y la tecnología con necesidades reales, y fortalecer la cooperación internacional respaldada por un sistema sólido de patentes y plataformas de acceso abierto al conocimiento, podemos construir sistemas alimentarios más resilientes y equitativos”.
Este salto tecnológico tiene implicaciones profundas. Por un lado, permite producir más sin expandir la frontera agrícola, lo que ayuda a preservar ecosistemas. Por otro, mejora la capacidad de anticipar riesgos climáticos, plagas y enfermedades, reduciendo pérdidas y fortaleciendo la resiliencia de los sistemas alimentarios. Además, optimiza el uso de recursos como el agua, los fertilizantes y la energía, lo
Ya existen drones con cámaras multiespectrales que detectan zonas con estrés hídrico, sensores de suelo que activan sistemas de riego inteligente, y algoritmos que analizan datos para predecir rendimientos y detectar enfermedades. La automatización también está transformando tareas como la siembra y la cosecha, con una precisión que antes era impensable.
América Latina: innovación con identidad propia
América Latina está apostando por la tecnología como motor de desarrollo rural. Con un crecimiento del 11% anual en patentes agrícolas digitales, la región demuestra que es posible innovar desde lo local. México, en particular, se ha convertido en un referente gracias al trabajo de instituciones como la Universidad Autónoma de Chapingo, la UNAM y el Instituto Tecnológico de Xalapa.
Entre 2018 y abril de 2025, el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) otorgó 3,680 patentes en AgTech y FoodTech, de las cuales 464 son mexicanas. Estas cifras reflejan el papel activo de las universidades en la creación de soluciones adaptadas a las condiciones del país. Chapingo, por ejemplo, ha desarrollado sensores para optimizar el riego, sistemas de monitoreo hídrico en árboles frutales y dispositivos IoT para el cuidado de polinizadores. También ha impulsado modelos de agricultura ecológica que combinan saberes indígenas con tecnología de punta.
Empresas, academia y gobiernos: una alianza estratégica
El informe de la OEP señala que el 88% de las patentes en agricultura digital proviene de empresas. Esto muestra el dinamismo del sector privado, pero también plantea desafíos: ¿cómo evitar que la innovación quede en manos de unos pocos? La respuesta está en fomentar alianzas con universidades y gobiernos, abrir plataformas de conocimiento y capacitar a los agricultores para que puedan usar estas tecnologías.
México tiene una base sólida para convertirse en líder regional en AgTech. Cuenta con instituciones activas en investigación, un ecosistema agrícola diverso y una creciente colaboración entre ciencia, industria y políticas públicas. La OEP, por su parte, ha lanzado herramientas tecnológicas y filtros de búsqueda especializados para facilitar el acceso a información y apoyar a inventores locales.
¿Puede América Latina alimentar al mundo?
La proyección de que América Latina podría abastecer entre el 40% y el 60% de frutas y verduras del planeta para 2050 no es una exageración. Según la FAO y la CEPAL, la región ya aporta el 14% de la producción mundial de alimentos y el 45% del comercio internacional neto de productos agroalimentarios. Su riqueza en recursos naturales y su tradición agrícola la posicionan como un actor estratégico, siempre que mantenga el ritmo de innovación y apueste por sistemas sostenibles.
Para Santiago Nieto, Director General del IMPI, “el componente digital de la innovación agrícola está transformando la manera en que concebimos la productividad y sostenibilidad en el campo. Para México, la prosperidad compartida va más allá de lo social: incorpora innovación digital como motor de equidad y desarrollo. La propiedad intelectual no es solo un instrumento de protección, sino una palanca que convierte el conocimiento en soluciones prácticas que fortalecen a nuestras comunidades rurales, impulsan la inversión y generan empleo”.
La agricultura digital está redefiniendo el presente del campo y sembrando el futuro de la alimentación global. En este nuevo escenario, la propiedad intelectual se convierte en una herramienta clave para proteger el conocimiento, escalar las soluciones y garantizar que la innovación llegue a quienes más la necesitan. América Latina tiene el talento, los recursos y la visión para liderar esta transformación. Y el momento de hacerlo es ahora.