Cuando la cámara se apaga: liderazgo, ética y reputación

*Director de Mercadotecnia y Posicionamiento de Negocios en Nacional Financiera/Bancomext I Opinión Impulso Empresas2030
En días recientes fuimos testigos de una disputa pública entre dos figuras emblemáticas del periodismo deportivo mexicano: José Ramón Fernández y David Faitelson. Lo que inició como una diferencia de opiniones escaló rápidamente a ataques personales y revelaciones delicadas expuestas ante millones de espectadores.
Más allá del morbo o la polémica, este episodio ofrece valiosas lecciones sobre liderazgo, ética profesional y gestión de la reputación pública.
¿Dónde trazamos la línea entre la crítica profesional y la confrontación personal?
Cuando José Ramón calificó a Faitelson como “sicario profesional del periodismo”, no solo emitió una crítica editorial, sino que cruzó una línea ética al recurrir a ataques ad hominem.
La respuesta de Faitelson, aún más contundente, incluyó señalamientos sobre supuestas adicciones pasadas de su exmentor. Aunque dichos señalamientos pudieran contener verdades ¿era ese el espacio adecuado para exponerlos?
Ambos periodistas son líderes de opinión, referentes para generaciones de profesionales y justamente por ello, el impacto de esta disputa va más allá del desacuerdo personal: cuestiona el papel que deben asumir los líderes ante el conflicto.
Un verdadero líder no solo comunica, también escucha, modera y sabe cuándo hablar, además de saber cuándo guardar silencio.
Mientras los medios se inundan de titulares escandalosos, la audiencia —y las marcas— observan. La credibilidad se vuelve frágil. ¿Qué gana un periodista al exponer la vida privada de otro? ¿Y qué pierde la profesión cuando los conflictos personales opacan el análisis deportivo?
Ahora, más allá del conflicto ¿qué revela este episodio sobre el periodismo deportivo en México?
La confrontación entre David Faitelson y José Ramón Fernández no es solo un choque de personalidades, sino un espejo incómodo para la profesión. Cuando el periodista deja de observar para convertirse en protagonista del escándalo, se rompe el equilibrio. Lo que debería ser un espacio de análisis, denuncia con fundamento o inspiración, se convierte en una arena de egos. La polémica sustituye al periodismo; el ego, a la ética.
Descalificativos como “sicario profesional” o la exposición de problemas personales no son simples errores de forma: reflejan una pérdida de rumbo en la profesión. Si quienes formaron escuela caen en este juego ¿qué ejemplo queda para las nuevas generaciones?
El periodismo deportivo ha luchado durante años contra la percepción de ser un oficio o profesión menor. Esta polémica solo refuerza esa narrativa: gritos, peleas personales y conflictos internos por encima del ejercicio periodístico serio y responsable.
Es momento de una regeneración. De volver a los principios: rigor, respeto y responsabilidad. Si las figuras más representativas del gremio priorizan la venganza personal sobre la verdad profesional, no solo se perjudican a sí mismas: se compromete toda la profesión.
Esta discusión entre líderes de opinión, esperaría tenga consecuencias laborales, pero en México estos detalles son poco observados. Si las hay, las repercusiones de esta controversia pueden variar para cada uno, según su entorno profesional, reputación y vínculos contractuales.
David Faitelson (Televisa / Univisión / TUDN):
1. Desgaste reputacional Aunque es percibido como un periodista frontal, exponer públicamente temas personales puede interpretarse como una falta ética, debilitando su credibilidad entre colegas y audiencias más exigentes.
2. Tensión interna En un grupo como Televisa, que cuida su imagen institucional, estas actitudes pueden generar fricción. Faitelson tiene antecedentes de este tipo de discusiones, recientemente con Rafa Puente Jr. Es posible que se le sugiera moderar su comportamiento o incluso que enfrente restricciones editoriales.
3. Mayor visibilidad pero con riesgos. La controversia podría fortalecer su notoriedad a corto plazo, pero también encasillarlo como una figura conflictiva, lo que limitaría sus posibilidades de acceder a cargos de mayor liderazgo editorial.
José Ramón Fernández (ESPN):
1. Impacto en su legado. Las acusaciones sobre supuestos problemas personales podrían erosionar su imagen de mentor ético y referente del periodismo, afectando la percepción que colegas y seguidores tienen de su figura.
2. Presión institucional. ESPN podría considerar que sus declaraciones públicas vulneran los estándares de la cadena. Si bien un despido parece improbable, podrían sugerirle una menor exposición o un cambio en su tono editorial.
3. Respaldo emocional. Su trayectoria y el afecto de su audiencia tradicional, especialmente la nostálgica de la “escuela TV Azteca”, podrían brindarle un cierto blindaje frente a las críticas.
Ambos enfrentan riesgos distintos:
● Faitelson: reputación más vulnerable frente a medios y marcas.
● Fernández: riesgo de empañar un legado respetado.
Este conflicto no es solo un asunto mediático. Más que una polémica, considero es una oportunidad de reflexión. Es un caso de estudio sobre cómo la reputación, la ética y las relaciones laborales se ven afectadas en entornos de alta exposición pública.
La reputación no se construye solo con trayectoria o talento, sino con la manera en que se enfrentan los desacuerdos. Más allá de quién tenga razón, ambos periodistas deberán decidir si esta disputa marcará el ocaso de su influencia o se convertirá en una oportunidad para evolucionar.
El análisis de esta situación no debe terminar en un artículo de opinión, espero esto inicie una seria conversación sobre el presente y futuro del periodismo deportivo en México.
*Con una Maestría en Comunicación Corporativa y Relaciones Públicas, y una Licenciatura en Periodismo de la Universidad de Nueva York, Marco Núñez Yurén es Director de Mercadotecnia y Posicionamiento de Negocios en Nacional Financiera/Bancomext.